viernes, 30 de enero de 2009

Guia para Quenya

Estuve recopilando toda la informacion posible acerca de el idioma Quenya, tambien denominado Alto Élfico.
Realmente, al echar una vista a todo el documento, puedo decir que el idioma no es complicado (como todos, sigue una regla de pronunciacion, acentuacion y escritura) y es además fácil de entenderlo y comprenderlo.
La información obtenida, fue recopilada de todos los documentos encontrados de JRR Tolkien, por eso, en partes las reglas del Quenya son deducciones de algunos patrones que se observaron en diversos escritos de su creador, como en "El Lamento de Galadriel", "El Juramento de Fëanor", etc.
Acá les doy 3 links de descarga que cada uno es de:




Además incluye verbos, adverbios, sustantivos y nombres con su significado (separado al diccionario)

Tenn'enomentielva!

martes, 27 de enero de 2009

Pueblos de Arda (Hombres)

Hombres
Al igual que los elfos aparecieron con el Renacimiento de las Estrellas, los hombres surgieron con el Nacimiento del Sol.
En la región que los elfos llamaron Hildórien, «la tierra de los seguidores», que se encontraba en el extremo oriente de la Tierra
Media, los hombres abrieron por primera vez los ojos y vieron la nueva luz. A diferencia de los elfos, los hombres eran mortales e,
incluso comparados con los enanos, sus vidas eran breves. Los hombres no podían equipararse a los elfos ni en fuerza fís ica ni en
nobleza de espíritu. Eran una raza débil que sucumbía fácilmente a las epidemias y los duros elementos del mundo. Por este
motivo, los elfos los llamaron engwar, los «enfermizos». Pero, como raza, los humanos eran tenaces y se reproducían con mayor
rapidez que cualquier otra raza, con la única excepción de los orcos, y, aunque morían en gran número, se multiplicaban una y otra
vez hasta que acabaron por prosperar en las tierras orientales, por lo que algunos los llamaron «los usurpadores». Morgoth llegó a
esas tierras y encontró en los hombres, al menos en su mayor parte, un pueblo al que podía doblegar con facilidad. Algunos
huyeron de su maldad y se esparcieron hacia el oeste y el norte. Acabaron llegando a Beleriand y a los reinos de los elfos noldor.
Éstos aceptaron aliarse con aquellos hombres y los llamaron atani, los «Segundos Nacidos», pero más tarde, como la gran mayoría
de los habitantes de Beleriand hablaban el idioma de los elfos grises, se los conoció más comúnmente como edain, los
«Segundos». Los edain se dividían en tres huestes: la Primera Casa de Bëor, la Segunda Casa de Haladin, y la Tercera Casa de
Haldor. Las hazañas de las Tres Casas de amigos de los elfos fueron muy renombradas. Uno de los relatos humanos de la Primera
Edad es el «Narn i Hîn Húrin», que versa sobre Húrin, el matador de trolls; de Túrin, quien mató a Glaurung, el Padre de los
dragones; de Beren, que arrancó un Silmaril de la corona de hierro de Morgoth, y de Eärendil el Marinero, quien pilotaba Vingilot
y llevó a los cielos a la Estrella de la Mañana. En la Primera Edad llegaron todavía más hombres procedentes del este. Eran un
pueblo distinto del que los elfos llamaron hombres cetrinos y Orientales. En épocas de guerra, la mayoría de estos hombres
demostraron ser poco de fiar y, aunque fingieron amistad hacia los elfos, los traicionaron ante el Enemigo. Cuando terminó la
Primera Edad del Sol y Morgoth fue arrojado al Vacío, la tierra de Beleriand fue tragada por el Mar Occidental. Todos los
enemigos que habitaban en Beleriand murieron, así como la mayoría de los elfos y de los edain. Los edain que sobrevivieron a esa
edad se dividieron. Algunos huyeron del hundimiento de Beleriand y se dirigieron al este. Vivieron en los Valles del Anduin con
otros de su raza que nunca habían entrado en Beleriand; se los llamó Hombres del Norte, de Rhovanion. Otros edain se dirigieron
al sur con los elfos. A éstos se les concedió un país que estaba en el Mar Occidental y se los llamó dúnedain, los hombres de
Oesternesse, porque su is la se llamaba Oesternesse, que en lengua élfica era Númenor. En la Segunda Edad, los dúnedain
recibieron el nombre de númenóreanos y se convirtieron en una gran potencia marítima. También se hicieron más longevos y más
sabios y fuertes. Su historia en la Segunda Edad fue gloriosa pero, corrompidos por Sauron, declararon la guerra a los Valar y
fueron destruidos. Númenor se hundió en un gran abismo, el Mar Occidental la cubrió y nunca más se supo de ella. Aunque la
mayor parte de los númenóreanos perecieron, hubo algunos que se salvaron del desastre. Entre ellos se hallaban los númenóreanos
negros, que se establecieron en el país de Umbar, en el sur de la Tierra Media. Pero los más nobles de entre los númenóreanos
regresaron a la Tierra Media a bordo de nueve naves; su jefe era Elendil el Alto y con él iban sus dos hijos, Isildur y Anárion.
Estos elendili, los Fieles, que pertenecían al verdadero linaje dúnadan, crearon dos poderosos reinos en la Tierra Media: el reino
del norte, que fue Arnor, y el reino del sur, Gondor. Pero el poder de Sauron volvió a crecer y por ello se creó la Última Alianza de
elfos y hombres, que combinaba todos los ejércitos de los dúnedain y los elfos. Los hombres eran mandados por Elendil y los elfos
por Gil-galad, el último Gran Rey. Muchos hombres, llamados haradrim, procedentes de las regiones del sur, lucharon contra
ellos, al igual que hicieron otros de Rhûn, que eran los Orientales, y algunos que vinieron de Umbar, los númenóreanos negros. La
Alianza derrotó a las legiones de Sauron. Pero murieron en la lucha Gil-galad, Elendil y Anárion, y de los jefes dúnedain sólo
quedó Isildur. Fue él quien cortó el dedo que tenía el Anillo de la mano de Sauron y el que envió a su espíritu a vagar sin forma en
las regiones más desoladas de la Tierra Media. Así comenzó la Tercera Edad. Tras coger el Anillo Único de la mano de Sauron,
Isildur no lo destruyó, y en los primeros años de la Tercera Edad sucedió la tragedia. Los orcos lo mataron con sus negras flechas
en los Campos Gladios y el Anillo permaneció perdido durante un largo período. De los dúnedain que sobrevivieron, quedaron los
hijos de Isildur, quienes gobernaron el reino septentrional de Arnor, y los hijos de Anárion, quienes gobernaron el reino meridional
de Gondor. Había también otras razas de hombres que habían surgido en el este y en el sur, muchas de las cuales hicieron acto de
presencia entonces. Los balchoth, los Aurigas y otros Orientales llegaron de Rhûn para luchar contra los dúnedain de Gondor,
mientras que, del sur, los haradrim y los variags avanzaron con los númenóreanos negros. Pero los hombres de Gondor eran
fuertes y derrotaron a todos los enemigos. Pero en el norte surgió otra potencia en el país de Angmar. Un rey brujo gobernaba
aquellas tierras, y reunió un ejército de orcos y criaturas malignas, así como Orientales y Montañeses de las Landas de Etten, para
hacer la guerra contra el reino septentrional de Arnor, que acabó siendo asolado. Aunque Angmar al final fue destruido por los
dúnedain de Gondor, el reino septentrional de Arnor tocó a su fin; sólo una pequeña parte de sus habitantes sobrevivieron y
siguieron vagando por las regiones ahora vacías, por lo que recibieron el nombre de Montaraces del Norte. En el sur y desde el
este se produjo un constante flujo de hombres bárbaros, corrompidos hacía tiempo por el poder de Sauron. Los dunlendinos
avanzaron en pie de guerra, al igual que lo hicieron los haradrim y los Orientales. Pero entonces Gondor se ganó un aliado, porque
los jinetes llamados rohirrim fueron en su auxilio. Eran los Hombres del Norte, de Rhovanion, y eran parecidos a los Hombres del
Bosque y los beórnidas del Bosque Negro, o semejantes a los Hombres del Lago o los bárdidos de Valle, porque siempre
combatieron los males provocados por Sauron, el Señor Oscuro. Al final de la Tercera Edad, se libró la Guerra del Anillo, y todos
los pueblos de la Tierra Media tomaron partido bien por Sauron, bien por los dúnedain. El ejército de Sauron fue derrotado. El
Anillo Único fue hallado y destruido, y llegó un rey único para los dúnedain. Fue Aragorn, hijo de Arathorn, al que se llamó rey
Elessar, el legítimo heredero de Isildur. Elessar resultó ser un gobernante férreo y sabio. Porque, aunque aplastó a muchos
enemigos en la guerra y no temía a nadie en la batalla, hizo la paz con los Orientales y los haradrim, por lo que, en la Cuarta Edad
del Sol, que fue proclamada la Edad del Dominio del hombre, hubo paz en las regiones occidentales, una paz que perduró por
muchos años gracias a la sabiduría del rey Elessar y sus descendientes.

Pueblos de Arda (Hobbits)


Hobbits
Cuando el brillante fuego de Arien, el Sol, apareció en el mundo, surgió en el este el pueblo mediano que recibiría el
nombre de hobbits. Eran gentes -se decía que emparentados con los humanos- que excavaban agujeros y vivían en ellos, pero que
eran más pequeños que los enanos y con una esperanza de vida en torno a los cien años. Nada se sabe de la raza de los hobbits
antes del año 1050 de la Tercera Edad, cuando se dice que vivían con los Hombres del Norte en la cuenca septentrional del
Anduin, entre las Montañas Nubladas y Bosqueverde. En ese siglo, una fuerza maligna entró en Bosqueverde, que pronto sería
conocido como el Bosque Negro. Quizá fuera este hecho lo que obligó al pueblo hobbit a abandonar la cuenca del Anduin. En los
siglos posteriores, los hobbits emigraron hacia el oeste, cruzando las Montañas Nubladas, y entraron en Eriador, para vivir con los
elfos y los hombres en una tierra fértil y despejada. Los hobbits poseían ciertas características comunes. Todos medían entre
sesenta y ciento veinte centímetros de estatura; poseían dedos largos, un aspecto algo rollizo, el pelo castaño y rizado y unos pies
enormes que llevaban descalzos. Los hobbits eran un pueblo conservador y sin pretensiones, cuyos excesos se limitaban a vestir
con colores vivos y tomar seis buenas comidas al día. Su única excentricidad era el arte de fumar hierba para pipa, lo cual, decían
ellos, era su contribución a la cultura del mundo. Se decía que había tres ramas de hobbits: los Pelosos, los Albos y los Fuertes.
Los Pelosos, la más numerosa de las ramas hobbit, eran también los más pequeños. Tenían el pelo y la piel de color castaño
oscuro. Les encantaban las regiones de colinas y fueron el primer pueblo hobbit que atravesó las Montañas Nubladas y entró en
Eriador. Casi un siglo después, en el año 1150 de la Tercera Edad, los Albos siguieron a sus parientes Pelosos. Entraron en Eriador
a través de los desfiladeros que se encuentran al norte de Rivendel. Los Albos eran la rama hobbit menos numerosa. Eran más
altos, más delgados y se pensaba que más dis puestos a correr aventuras que sus parientes. Los Fuertes fueron los últimos hobbits
que llegaron a Eriador. Eran los más parecidos al hombre de su raza, más corpulentos que las otras ramas y, para maravilla de sus
parientes, algunos tenían barba. Preferían vivir en tierras llanas cerca de ríos y conocían la fabricación de embarcaciones, la pesca
y el arte de la natación. Se dice que los Fuertes no empezaron a emigrar al oeste hasta el año 1300, cuando muchos de ellos
atravesaron el Paso del Cuerno Rojo; pero quedaron pequeños asentamientos en zonas tales como los Campos Gladios hasta doce
siglos más tarde de esa fecha. En su mayoría, los hobbits de Eriador se dirigieron a las tierras de los hombres cercanas a la ciudad
de Bree. En el año 1601, casi todos los hobbits de Bree volvieron a marchar hacia el oeste, a las fértiles tierras al otro lado del río
Brandivino. Allí fundaron la Comarca, el país que a partir de entonces sería conocido como la patria de los hobbits. Los hobbits
tienen una cronología que comienza en esa fecha. Por naturaleza, los hobbits tenían un temperamento pacífico y hasta el año 2747
no hubo un encuentro armado dentro de la Comarca. Se trató de una incursión de orcos sin importancia, que los hobbits, con algo
de exageración, llamaron Batalla de los Campos Verdes. Bastante más serio fue el Largo Invierno de 2758 y los dos años de
hambruna que le siguieron. Pero, en comparación con otros pueblos de la Tierra Media, vivieron en paz durante largo tiempo. Por
lo general, las otras razas los consideraban de nula importancia y, por su parte, los hobbits no tenían ninguna ambición de las
grandes riquezas o del poder de los demás. Por toda la Comarca, sus pequeños pueblos y asentamientos crecieron. Hobbiton,
Barrancas de Tuk, Cavada Grande, Oatbarton, Ranales y una docena más. Y, a su manera, los hobbits prosperaron. Hay pocos
hobbits famosos antes del siglo treinta de la Tercera Edad del Sol, porque hasta entonces la raza en sí era casi completamente
desconocida para el mundo. Pero, claro está, los hobbits tenían su propio baremo de fama. En las leyendas de la Comarca, los
primeros hobbits que se nombran son los hermanos Albos Marcho y Blanco, quienes guiaron a los hobbits de Bree a la Comarca.
Esta tierra se la cedieron los dúnedain de Arnor, a cuyo rey los hobbits rendían un vasallaje nominal. En el año 1979, el último rey
de Arnor desapareció del norte y se instauró el cargo de Thain de la Comarca. El primer Thain fue el hobbit Bucca de Marjala, de
quien descendieron todos los Thain. Bandobras Tuk fue un gigante entre los hobbits, que medía un metro treinta y cinco y que,
montado a caballo, se puso valerosamente al frente de su pueblo en la Batalla de los Campos Verdes contra los orcos. Se dice que
con un garrote mató a su cacique Golfimbul. Por su tamaño y sus hazañas lo llamaron Toro Bramador Tuk. Otro hobbit importante
por sus hechos dentro de los confines estrechos de la Comarca fue Isengrim Tuk, llamado Isengrim II, vigésimo segundo Thain de
la Comarca, arquitecto de los Grandes Smials de las Barrancas de Tuk y abuelo de Bandobras Tuk. Pero, cosa típica de los
hobbits, quizás el más honrado de los héroes antes de la Guerra del Anillo fuera un humilde granjero llamado Thobold Corneta de
Valle Largo, quien en el siglo veintisiete fue el primero en cultivar la planta galenas, llamada también hierba para pipa. El primer
hobbit que se hizo famoso en el mundo fue Bilbo Bolsón de Hobbiton, quien fue empujado a desempeñar un papel protagonista en
la Misión de Erebor por el mago Gandalf y el rey enano Thorin Escudo de Roble. Ésta es la aventura que se cuenta en el relato que
Bilbo tituló «Historia de una ida y una vuelta», en la cual resultaron muertos trolls, orcos, lobos, arañas y un dragón. En una parte
de la aventura se cuenta que Bilbo Bolsón adquirió un anillo mágico y, aunque en aquel momento pareció de poca importancia,
fue un acto que puso en peligro a todos los que habitaban la Tierra Media. Con el tiempo se descubrió la identidad del Anillo
Único y éste pasó al heredero de Bilbo, Frodo Bolsón. En el año 3018, el mago Gandalf visitó a Frodo y le propuso la Misión del
Anillo. Si la empresa tenía éxito, el Anillo Único sería destruido y el mundo se salvaría del dominio de Sauron. Se constituyó la
Comunidad del Anillo, en la que fueron escogidos otros ocho personajes como compañeros de Frodo Bolsón, el Portador del
Anillo, en su Misión. Samsagaz Gamyi, criado de Frodo, fue uno de ellos. Samsagaz era una persona sencilla y leal, que en una
ocasión salvó tanto a su amo como a la Misión, y fue Portador del Anillo durante un breve período. Peregrin Tuk, heredero del
Thain de la Comarca, y Meriadoc Brandigamo, heredero del Señor de los Gamos, fueron los otros dos hobbits de la Comunidad.
En el transcurso de la Misión, tanto Pippin como Merry (así se los llamaba más comúnmente) fueron hechos caballeros de Gondor.
Sin embargo, fue otro hobbit el que destruyó el Anillo Único. Sméagol Gollum fue el único hobbit que sucumbió a las verdaderas
artes malignas. Era un hobbit de la rama de los Fuertes, que vivía cerca de los Campos Gladios, donde fue encontrado el Anillo
Único. Gracias al poder del Anillo su vida se alargó, pero su aspecto se transformó en algo espectral, y la tenebrosa influencia del
Anillo le hizo rehuir la luz. Durante casi cinco siglos, Gollum vivió oculto en cavernas bajo las Montañas Nubladas, hasta que el
hobbit Bilbo Bolsón llegó a su escondite y cogió el Anillo Único. De Bilbo pasó a Frodo Bolsón y, en los ocho años en los que el
Anillo no estuvo en sus manos, Gollum jamás dejó de buscarlo. Al final cayó sobre Frodo Bolsón en el Monte del Destino.
Merced a su fuerza maligna, Gollum consiguió apoderarse del Anillo, pero tropezó y cayó con su preciado premio a las ardientes
entrañas de la Tierra, y el Anillo Único fue destruido.

Pueblos de Arda

Falathrim
Los falathrim, los elfos de las Falas, vivieron en las costas de Beleriand durante los años de las Estrellas y durante la
Primera Edad del Sol, gobernados por el Señor Círdan. Pertenecían al linaje de los teleri pero, cuando Ulmo, el Señor del Océano,
visitó a los teleri, Círdan y su gente se negaron a realizar el viaje definitivo a las Tierras Imperecederas y por lo tanto se separaron
de su pueblo. Los barcos de Círdan eran mágicos y eran capaces de hacer el largo viaje a las Tierras Imperecederas, incluso
después del Cambio del Mundo, cuando la Tierra Media y las Tierras Imperecederas quedaron separadas para siempre. Durante un
tiempo, después de la partida de los teleri a las Tierras Imperecederas, los falathrim vivieron solos en las costas de Beleriand y
edificaron en ellas dos grandes puertos llamados Eglarest y Brithombar. Pronto descubrieron que otra parte de los úmanyar se
habían hecho poderosos en el bosque de Doriath, al este de las Falas. Su rey era Elwë Singollo. Círdan y los falathrim se
reencontraron con sus parientes, los elfos grises, y se convirtieron en aliados. En los años de conflictos que llegaron con el
Nacimiento del Sol, los falathrim lucharon junto a ellos contra Morgoth el Enemigo, quien se alzó en el norte. En esa Primera
Edad del Sol, los falathrim se vieron asediados por los orcos durante un tiempo, y después sus puertos cayeron en manos de
Morgoth, pero ellos embarcaron en sus naves y zarparon a la isla de Balar. Allí los falathrim permanecieron a salvo hasta la
Guerra de la Ira, cuando Beleriand se hundió en las aguas al ser destruida Angband. De nuevo zarparon las naves de los falathrim
y se dirigieron hacia el sur, al golfo de Lune, en la región de Lindon. Aquí edificó Círdan el último puerto de los elfos en la Tierra
Media. Se llamó los Puertos Grises y desde allí zarpó la última de las naves élficas de las tierras de los mortales.

Nandor
Los últimos elfos en emprender el Gran Viaje fueron los teleri. La primera separación que se recoge de aquel viaje
ocurrió cuando Lenwë, un noble de los teleri, guió a su pueblo hacia el sur, siguiendo el curso del Gran Río Anduin. Se los llamó
nandor, «los que vuelven», y no tenían rival en el conocimiento de los bosques. Durante más de dos Edades de las Estrellas, los
nandor vivieron tranquilamente en la cuenca del Anduin. Algunos cruzaron las Montañas Nubladas y pasaron a Eriador. Muchos
de ellos murieron a manos de orcos vestidos de hierro, trolls de piedra y lobos hambrientos. Pero Denethor, hijo del rey Lenwë,
reunió a su alrededor a muchos nandor y emprendió viaje una vez más hacia el oeste. Buscaba a uno que había sido en otros
tiempos rey de todos los teleri: Elwë Singollo, ahora llamado Thingol. Denethor atravesó las Montañas Azules y entró en
Beleriand. Allí, los nandor fueron recibidos por los sindar, quienes los protegieron, les enseñaron algo del arte de la guerra y les
cedieron Ossiriand, la «tierra de los siete ríos», como reino propio. Ya no se los llamó nandor, sino laiquendi y elfos verdes por su
amor a las regiones boscosas y por su costumbre de vestir con telas verdes de manera que podían confundirse con los árboles ante
la presencia de enemigos.

Laiquendi
De los tres linajes élficos que fueron en busca de la Tierra de la Luz Eterna, hubo muchos que jamás alcanzaron las
Tierras Imperecederas, como los nandor, una parte de los teleri. Denethor, hijo del rey nando Lenwë, reunió a muchos de los
nandor en la edad anterior al Nacimiento del Sol y los llevó desde las tierras salvajes de Eriador a Beleriand, donde fueron bien
recibidos por los elfos grises, quienes les ofrecieron protección y muchos regalos. Allí se les dio Ossiriand, el «país de los siete
ríos», en el sur, y se los llamó laiquendi -«elfos verdes»- en razón a sus vestimentas, y por su amor y conocimiento de todo lo que
crecía. Después de los Pastores de los Árboles, los ents, eran quienes más protegían a los olvar del bosque, y también cuidaban a
los kelvar. Los laiquendi cantaban en los bosques como los mismos ruiseñores y cuidaban de las forestas como si fueran enormes
jardines. Sus cánticos eran tan hermosos y constantes que los elfos noldor, al llegar a aquella región, le dieron el nuevo nombre de
Lindon, que en quenya significa «tierra de la canción». Tras la liberación de Melkor, llegó a la Tierra Media un gran mal. Los
ejércitos de Melkor aparecieron y tuvo lugar la primera batalla de las Guerras de Beleriand. Aunque los elfos grises y los laiquendi
resultaron victoriosos sobre el ejército maligno en Amon Ereb, en Ossiriand, el señor laiquendi Denethor murió en el combate. Su
pueblo se apenó mucho y no quiso aceptar un nuevo rey. Juraron no presentar nunca más batalla campal al Enemigo, sino
permanecer ocultos en el bosque, donde emboscarían a sus adversarios con flechas y dardos. Cumplieron esta promesa y se
convirtieron en un pueblo tribal, y sus hostigados enemigos nunca pudieron derrotarlos, porque no edificaron ciudades que el
Enemigo pudiera encontrar y destruir. Eran como el viento en los árboles, que a veces se escucha pero no puede ser visto.

Pueblos de Arda II

Sindar
En la historia del Gran Viaje de los elfos se cuenta cómo los elfos grises, a quienes se llama sindar, acabaron siendo una
raza aparte. Al principio pertenecían al tercer linaje, los teleri, y su rey era Gran Rey de todos los teleri. En aquellos primeros años,
su nombre era Elwë Singollo, tenía el cabello plateado y era el más alto de los elfos. Durante aquel viaje se perdieron muchos
teleri, pero Elwë siempre los animaba a continuar hasta que llegaron a Beleriand, al otro lado de las Montañas Azules. Allí
acamparon durante un tiempo junto al río Gelion, en un bosque. En aquel lugar, Elwë Singollo entró en el bosque de Nan Elmoth y
cayó víctima de un encantamiento intemporal. Su pueblo lo buscó pero, al ir pasando los años, muchos renunciaron a toda
esperanza y otorgaron el título de rey a Olwë, su hermano, y reanudaron el viaje hacia el oeste. Muchos otros permanecieron en
Beleriand y se llamaron a sí mismos eglath, los «abandonados». A la larga, los eglath se vieron recompensados, porque Elwë
Singollo regresó del bosque de Nan Elmoth, pero el gran cambio que había sufrido asombró a su pueblo. Con él vino la fuente del
encantamiento, Melian la Maia, reina y esposa de Elwë. La luz que emanaba de su rostro era brillante y hermosa, y los eglath la
adoraron y lloraron de alegría al ver regresar a su rey. El rey ya no quería ir al oeste, sino quedarse en el bosque de Beleriand,
reunir allí a su pueblo y crear un reino. Para él, la luz del rostro de Melian era mucho más hermosa que la luz de los Árboles. Así
se creó un nuevo reino; sus habitantes recibieron el nombre de sindar, los «elfos grises», y también elfos del crepúsculo. En las
Edades de las Estrellas, los sindar se convirtieron en el más importante de los pueblos élficos en las Tierras Mortales, y todas las
regiones de Beleriand les pertenecieron. Encontraron a un resto de los teleri, llamados los falathrim, que vivían junto al mar, y ese
pueblo, junto con su señor Círdan, dio la bienvenida al rey que había retornado y le juró fidelidad. Lo mismo ocurrió con un resto
de los nandor, que habían llegado a Beleriand (y que más tarde se llamarían elfos grises y laiquendi); estas gentes también
aceptaron a Elwë como rey. Con el tiempo, entre los sindar surgió un nuevo idioma élfico, y en esa lengua sindarin su rey ya no
fue Elwë Singollo, sino Elu Thingol, «Rey Mantogrís». Elu Thingol y Melian tuvieron una hija que se llamó Lúthien, y las
leyendas dicen que fue la criatura más hermosa que jamás existió. En las Edades de las Estrellas, los enanos salieron de las
Montañas Azules en son de paz para comerciar con los elfos de Beleriand. Con la ayuda de los enanos, se edificó la mayor ciudad
élfica de la Tierra Media: Menegroth, las Mil Cavernas. Pero las pacíficas Edades bajo las Estrellas tocaban a su fin. Por eso
Melian realizó un poderoso sortilegio y tejió un encantamiento en el gran bosque de Doriath, en torno a Menegroth, y el reino
sindarin se convirtió en un reino oculto. Este encantamiento se llamó la Cintura de Melian, y ningún mal podía romper el
sortilegio desde el exterior, y todo mal se perdía antes de poder entrar. Tal y como se narra en la historia de Lúthien y Beren, un
gran daño llegó de manera inesperada desde el interior del reino. Porque se presentó ante Thingol un miembro de la raza humana,
llamado Beren, y le pidió la mano de Lúthien. Thingol despreciaba a los mortales, pero, en lugar de matarlo, le impuso a Beren
una misión imposible: Beren debería arrancar un Silmaril de la corona de hierro de Morgoth y llevárselo a Thingol. En una
increíble hazaña, Beren, con la ayuda de Lúthien y del sabueso Huan, cumplió su misión, pero con ello no sólo atrajo sobre sí la
ira de Morgoth, sino también la de los enanos y los noldor. Porque los artesanos enanos que vivían en el reino oculto y que habían
trabajado para Thingol, por codicia del Silmaril, mataron al rey y robaron la joya. Pero no pudieron escapar y recibieron muerte a
su vez. Al morir Thingol, Melian anuló su poder y, llorando, abandonó la Tierra Media para siempre. En ese momento desapareció
el cerco de encantamiento del Reino Escondido. Al perder toda protección, los enanos de Nogrod y los noldor hijos de Fëanor se
dirigieron a la ciudadela de Menegroth y la saquearon. En la Segunda Edad del Sol, algunos de estos nobles sindar, con muchos de
los noldor, embarcaron hacia Tol Eressëa y construyeron la ciudad y puerto de Avallónë. Pero otros señores sindar permanecieron
en lo que quedó de Beleriand, la región de Lindon. Al ir pasando los años, algunos hijos de los nobles sindar abandonaron Lindon
y se dirigieron a las tierras al otro lado de las Montañas Nubladas, donde establecieron nuevos reinos entre los elfos silvanos.
Algunos sindar se establecieron en Rivendel con Elrond, y en los Puertos Grises con Círdan el Constructor de Barcos. En la
Guerra del Anillo, el elfo más famoso fue Legolas, hijo de Thranduil. Legolas fue uno de los nueve héroes de la Comunidad del
Anillo y tras la Guerra del Anillo fundó una última colonia de elfos en las hermosas arboledas de Ithilien, en Gondor. Por último,
en la Cuarta Edad del Sol, todos los poderes eldar comenzaron a desvanecerse, y, con los otros elfos, los últimos sindar zarparon
de los Puertos Grises rumbo a las Tierras Imperecederas.

Pueblos de Arda III


Teleri
De todos los elfos, el tercer linaje, el de los teleri, era el que más amaba los mares de Ulmo, el Señor de los Océanos, y el
que habitó más tiempo en las costas de Belegaer, el Mar de Occidente. Eran los más sabios en el conocimiento marino y por ello
se los llamó elfos del mar. Fueron el primer pueblo que construyó barcos, porque les enseñó Ossë, el Maia de las Olas
Turbulentas. La esposa de éste era Uinen, la Señora de las Calmas, y juntos enseñaron a los elfos del mar todo lo referente a la
vida marina.




Eglath
En la historia del Gran Viaje de los elfos en las Edades de las Estrellas, existe la leyenda de cómo el tercer linaje, el de los
teleri, perdió a su rey, Elwë Singollo. En el bosque de Nan Elmoth, en las tierras de Beleriand, cayó víctima de un encantamiento.
Y, aunque pasaron muchos años buscando al rey, los teleri no pudieron encontrarlo y al final tomaron por rey al hermano de Elwë
y volvieron a reemprender el camino al oeste, hacia las Tierras Imperecederas. Pero muchos no quisieron abandonar Nan Elmoth y
se quedaron por amor a Elwë Singollo, si bien transcurrieron muchos más años. Al separarse así para siempre de su linaje,
recibieron el nombre de eglath, que en élfico significa «los abandonados». Al final, su lealtad tuvo su recompensa, porque su rey
regresó. Se llamaba ahora Elu Thingol o rey Mantogrís y había cambiado mucho. Una brillante luz se desprendía de él, y lo
acompañaba quien era autora de su encantamiento, su reina, Melian la Maia. Y así se presentó un gran destino para los eglath. A
partir de entonces se los llamó sindar, los elfos grises, y en los años de las Estrellas fueron el pueblo más poderoso de la Tierra
Media.

Pueblos de Arda IV


Noldor
Los más poderosos de entre los elfos que habitaron la Tierra Media fueron los noldor, porque fueron los elfos que
hicieron las Grandes Joyas llamadas los Silmarils, así como los Anillos de Poder. Los noldor fueron el segundo linaje de los eldar
que llegaron a las Tierras Imperecederas. La palabra noldor significa «conocimiento», cosa que, más que los demás elfos, lucharon
por poseer. En los años de los Árboles de los Valar su rey fue Finwë, y entonces su alegría fue grande al aprender de sus tutores,
los Valar y los Maiar. Su ciudad de Tirion, sobre la verde colina de Túna, que miraba al mar iluminado por las estrellas, era
poderosa y bella. Porque la ciudad estaba edificada en el Paso de la Luz, llamado Calacirya, el único paso en las montañas Pelóri,
que cerraban las regiones de Eldamar y Valinor. A través de este desfiladero surgía la Luz de los Árboles y caía sobre el lado
occidental de la ciudad. Al este, a la sombra de Túna, los elfos miraban las estrellas que brillaban sobre los Mares Sombríos. Los
noldor fueron los primeros en extraer las gemas que encerraban las montañas. Regalaban estas gemas, de modo que todas las
mansiones de los elfos y los Valar refulgían con ellas, y las mismas playas y estanques de Eldamar, según se dice, brillaban con la
luz de las gemas esparcidas. El rey de los noldor y su reina, Míriel, tuvieron un hijo al que llamaron Curufinwë, más tarde
conocido como Fëanor, que significa «espíritu de fuego», porque fue el primero en crear las gemas mágicas élficas, que eran más
brillantes y poderosas que las piedras preciosas de la tierra. Por sí solas eran pálidas, pero a la luz de las estrellas recogían dicha
luz y despedían un brillante resplandor azul. Fëanor también creó otros cristales, llamados palantíri, las «piedras videntes» que,
muchas edades después, los elfos de Avallónë entregaron a los dúnedain. Pero la mayor de las hazañas de Fëanor fue la creación
de tres gemas fabulosas que capturaron en su interior la luz mezclada de los Árboles de los Valar. Eran los Silmarils, las joyas más
hermosas que jamás había visto el mundo, porque despedían una luz viva. Sin embargo, la tragedia cayó sobre los noldor cuando
Melkor apareció, con la araña Ungoliant, y destruyó los Árboles de los Valar, mató a Finwë y robó los Silmarils. Fëanor juró
venganza y salió hacia la Tierra Media en persecución de Melkor, a quien llamó Morgoth, el «Enemigo Oscuro del mundo». Así
comenzó la Guerra de las Joyas y las Guerras de Beleriand, que duraron toda la Primera Edad del Sol. Durante esta edad de guerra,
los noldor también trajeron grandes dones a la Tierra Media. Y durante un tiempo surgieron reinos noldorin en Hithlum, Mithrim,
Dor-lómin, Nevrast, Dorthonion, Himlad, Thargelion y Beleriand Oriental. Los más hermosos reinos de los noldor fueron los dos
reinos ocultos: Gondolin, gobernado por Turgon, y Nargothrond, que era un feudo de Finrod Felagund. Fëanor murió en la Guerra
de las Joyas, así como sus siete hijos: Amras, Amrod, Caranthir, Celegorm, Curufin, Maedhros y Maglor. Su hermano Fingolfin y
los hijos de éste, Fingon, Turgon y Aredhel, también murieron a manos de Morgoth. Y aunque Finarfin, el otro hermano (y tercer
hijo de Finwë), se había quedado en las Tierras Imperecederas donde gobernaba a los noldor que permanecieron en Tirion, todos
sus hijos, Aegnor, Angrod, Finrod Felagund y Orodreth, marcharon a la Tierra Media y murieron también. Así que de todos los
señores noldor y sus hijos sólo sobrevivió en la Tierra Media Galadriel, la hija de Finarfin. A lo largo de la Primera Edad, Morgoth
y sus siervos destruyeron todos los reinos noldorin. Debido a estas guerras, los dominios de los elfos grises, a los que también se
conocía como sindar, fueron destruidos, al igual que los dominios enanos de Nogrod y Belegost y la mayor parte de los reinos de
las Tres Casas de los edain. Pero al fin los Valar y Maiar partieron de las Tierras Imperecederas para luchar contra Morgoth. Así
tuvo lugar la Gran Batalla y la Guerra de la Ira. Ante tan poderosa fuerza, Angband cayó y Morgoth fue arrojado al Vacío Infinito
para siempre. Pero la conflagración fue tan tremenda que Beleriand quedó destruida y la mayor parte de su territorio fue tragado
por las aguas. De las estirpes reales de los noldor pocos sobrevivieron a la Guerra de las Joyas que pudieran decir ser
descendientes de los grandes reyes. Así fue que Gil-galad, hijo de Fingon, hijo de Fingolfin, estableció el último gran reino de los
noldor en las tierras de los mortales. Fue Lindon, la única zona de Beleriand que quedó después de la Gran Batalla. Con Gil-galad
vivía Celebrimbor, hijo de Curufin, el único príncipe de la Casa de Fëanor que quedó en la Segunda Edad. Galadriel, la hija de
Finarfin, y Elronc y Elros los Medio elfos también fueron allí, igual que Círdan de los falathrim, los laiquendi y los edain (los
hombres que fueron fieles a los elfos durante las guerras). Entonces fueron muchos los elfos que embarcaron en los Puertos Grises
y zarparon hacia Tol Eressëa, en la bahía de Eldamar, en las Tierras Imperecederas, para construir allí la ciudad de Avallónë. A los
edain se les concedió una hermosa isla en el Mar Occidental, llamada Númenor, y también ellos abandonaron la Tierra Media. Gilgalad
gobernó en Lindon y Círdan ocupó los Puertos Grises. Pero, en el año 750 de la Segunda Edad, se cuenta que Celebrimbor
salió de Lindon y creó un reino a los pies de las Montañas Nubladas, en el país de Eregion, cerca del reino enano de Khazad-dûm.
Estos elfos recibieron el nombre de Gwaith-i-Mírdain, el «pueblo de los orfebres», y el de Herreros elfos en épocas posteriores.
Fue aquí donde, siguiendo las sutiles insinuaciones de Sauron, Celebrimbor, nieto de Fëanor, quien había creado los Silmarils,
forjó los Anillos de Poder, y así surgió la segunda gran obra de los noldor, que traería consigo otro ciclo de terribles guerras.
Porque entonces Sauron hizo el Anillo Único que dominaría a todas las demás obras de los noldor. Los elfos se alzaron iracundos
y temerosos, y se libró la Guerra de Sauron y los elfos. Celebrimbor y casi todos los Gwaith-i-Mírdain perecieron. Eregion fue
arrasado y aunque Elrond Medio elfo acudió con un ejército, lo único que pudo hacer fue rescatar a los pocos supervivientes y
refugiarse en Imladris, que los hombres llamarían Rivendel. Allí se creó el único reducto de los noldor entre las Montañas
Nubladas y las Montañas Azules. En esa época el mismo Lindon corrió peligro, pero los númenóreanos, descendientes de los
edain, aparecieron con sus enormes flotas y expulsaron a Sauron hacia el este. Más adelante, regresaron y capturaron al Señor
Oscuro, pero no acabaron con él. Lo hicieron prisionero y con ello provocaron su propia caída, porque él los puso en contra de los
Valar y por su locura fueron tragados por el mar. Así Sauron regresó a la Tierra Media, donde sólo quedaban los reinos noldorin
de Lindon y Rivendel, aunque se habían creado los reinos de Bosqueverde el Grande y de Lothlórien con nobles noldorin y
sindarin y súbditos silvanos. Pero, al regresar Sauron, volvió la guerra. Se constituyó la Última Alianza de elfos y hombres y en
esa guerra, que significó el final de la Segunda Edad, Sauron mató a Gil-galad y al rey de los dúnedain, pero el mismo Sauron fue
destruido con todo el reino de Mordor. A partir de entonces no hubo Gran Rey de los elfos noldorin en la Tierra Media, pero los
reinos siguieron en pie. El señorío de Lindon y de los Puertos Grises recayó en Círdan, mientras que Elrond siguió gobernando en
Rivendel. Durante la Tercera Edad, el reino más hermoso fue Lothlórien, donde reinaba la reina Galadriel, la noldo de estirpe más
noble que quedaba en la Tierra Media. Cuando al final de la Tercera Edad se destruyó el Anillo Único y Sauron pasó al Reino de
las Sombras para siempre, Elrond fue convocado desde Rivendel, y Galadriel abandonó Lothlórien, para embarcar ambos en las
blancas naves que los llevarían a las Tierras Imp erecederas. Sin la reina, Lothlórien se fue apagando y los reinos noldorin de la
Tierra Media decayeron. Se dice que Círdan, el Constructor de Barcos, se llevó a los últimos noldor a las Tierras Imperecederas.

Pueblos de Arda V


Eldar
En la Primera Edad de las Estrellas, cuando Oromë el Cazador, de los Valar, descubrió a los elfos en las regiones
orientales de la Tierra Media, los contempló maravillado y les dio el nombre de eldar, pueblo de las estrellas. En aquella época
todos los elfos se llamaban eldar, pero más tarde este nombre sólo lo recibieron aquellos que emprendieron el Gran Viaje a las
Tierras Imperecederas, respondiendo a la llamada de los Valar. Los que se quedaron se llamaron avari, o «renuentes». Así los
eldar fueron un pueblo escogido, que se dividía en tres linajes: los vanyar, los noldor y los teleri. El viaje fue, sin embargo, largo y
pelig
roso, y fueron muchos los eldar que no llegaron a las Tierras Imperecederas; fueron llamados los úmanyar, «los que no son de
Aman». Entre ellos se contaban los nandor, los sindar, los falathrim y los laiquendi. Pero fueron más los que acabaron el viaje y
llegaron a las Tierras Imperecederas en los días de los Árboles de los Valar. Allí ocuparon el país llamado Eldamar, que había sido
preparado para ellos, y construyeron hermosas ciudades y se convirtieron en un gran pueblo.

Vanyar
De los tres linajes de elfos que emprendieron el Gran Viaje, las historias que han llegado a los hombres hablan poco del
Primer Linaje, cuyo rey Ingwë era Gran Rey de todos los elfos. Esta raza es la de los vanyar, conocidos también como Hermosos
elfos. Parecen de oro, porque sus cabellos son los más rubios de las muchas razas que habitan Arda. Son los que más sintonizan
con los Valar, que les otorgan su amor. Poco han tenido que ver los vanyar con los hombres. Sólo en una ocasión regresaron a la
Tierra Media y fue para luchar contra Morgoth el Enemigo en la Guerra de la Ira, con la que acabó la Primera Edad del Sol.
Aunque son el menos numeroso de los tres linajes, los vanyar son los más sabios y valientes. Durante sus primeros días de estancia
en las Tierras Imperecederas, edificaron con los noldor la ciudad de Tirion sobre la verde colina de Túna. Era ésta una gran ciudad
de blancas murallas y torres, y la más alta torre de todas las construidas por los elfos era Mindon Eldaliéva, la Torre de Ingwë. En
lo alto brillaba una lámpara plateada que alumbraba los Mares Sombríos. Pero, transcurrido un tiempo, los vanyar prefirieron la
Luz de los Árboles, porque los inspiraba a la hora de hacer poemas y canciones, que es lo que más les gustaba. Así, Ingwë llevó a
su pueblo desde Tirion a los pies de Taniquetil, la Montaña de Manwë, el gran señor de los Valar, y allí pidieron quedarse, aunque
hacía tiempo que los Árboles habían desaparecido.

Creacion de Arda



Según el «Ainulindalë», el primer libro de El Silmarillion, cuando no había más que oscuridad y un gran Vacío, existía un
Ser omnisciente que vivía solo en la nada. Se llamaba Ëru el Único o, como lo llamarían después los elfos, Ilúvatar. Éste era el Ser
que para Tolkien sería el origen de toda creación. A lo largo del «Ainulindalë» Tolkien nos cuenta cómo los pensamientos
elementales de Ilúvatar se convirtieron en una raza de dioses, llamados los Ainur (los «santos») y cómo mediante el poder de Su
espíritu -la «Llama Imperecedera»- Ilúvatar otorgó a los Ainur la vida eterna. Para esta raza de dioses, Ilúvatar creó una morada en
el Vacío, que recibió el nombre de Palacios Intemporales. Aquí, Ilúvatar enseñó a los Ainur a cantar, y éstos se convirtieron en un
enorme coro celestial. De la música de estos espíritus divinos surgió una sagrada Visión que era un mundo esférico que giraba en
el Vacío. Arda, el mundo de Tolkien, literalmente surgió del canto, y cada miembro de la hueste celestial tuvo una parte en su
concepción, incluso el poderoso espíritu satánico llamado Melkor, quien cantaba sobre la lucha y la discordia. Sin embargo, la
Música de los Ainur no había creado más que una Visión; hizo falta la palabra y la orden de Ilúvatar (y el poder de la Llama
Imperecedera) para crear Eä, el Mundo que es. De esta forma se le dio a la Visión sustancia y realidad. Y a ese mundo
descendieron aquellos de los Ainur que más habían tomado parte en su concepción y que deseaban participar aún más en su
formación. Así relataba Tolkien la creación de su planeta, al que llamó Arda. Su concepción es a la vez extrañamente etérea y
vastamente operística. Además, es una especie de doble creación, porque, cuando los Ainur llegaron a Arda, encontraron que ellos
tenían que darle forma. La Música y la Visión no eran más que grandes temas generales y profecías de lo que había de venir. Darle
forma y crear su historia resultaron tareas mucho más difíciles. Tolkien nos dice que la mayoría de los Ainur permanecieron con
Ilúvatar en los Palacios Intemporales, pero no vuelve a referirse a ellos. Sus historias tratan solamente de aquellos que entraron en
las Esferas del Mundo. Aquí, estos espíritus divinos y sin cuerpo adoptaron manifestaciones de índole más física. Se convirtieron
en los elementos y poderes de la naturaleza, pero, al igual que los dioses nórdicos o griegos, poseían una forma física, una
personalidad, un género y estaban emparentados los unos con los otros. Los Ainur que entraron en Arda se dividen en dos órdenes:
los Valar y los Maiar; los dioses y semidioses. Los Valar eran quince: Manwë, Rey de los Vientos; Varda, Reina de las Estrellas;
Ulmo, Señor del Océano; Nienna, la Plañidera; Aulë, el Herrero; Yavanna, Dadora de Frutos; Oromë, Señor de los Bosques; Vána,
la Joven; Mandos, Guardián de los Muertos; Vairë, la Tejedora; Lórien, Señor de los Sueños; Estë, la Curadora; Tulkas, el Fuerte;
Nessa, la Bailarina, y Melkor, a quien más tarde se daría el nombre de Morgoth, el Enemigo Oscuro. Los Maiar eran multitud,
pero sólo unos cuantos de estos inmortales aparecen nombrados en las crónicas de Tolkien: Eönwë, Heraldo de Manwë; Ilmarë,
Doncella de Varda; Ossë de las Olas; Uinen de los Mares Tranquilos; Melian, Reina de los sindar; Arien, Conductora del Sol;
Tilion, Conductor de la Luna; Sauron, Señor de los Anillos; Gothmog, Señor de los balrogs; Thuringwethil, la Vampira;
Ungoliant, la Araña; Draugluin, el Licántropo; Baya de Oro, la Hija del Río; Iarwain Ben-adar (Tom Bombadil), y los cinco
magos: Olórin (Gandalf), Curunir (Saruman), Aiwendil (Radagast), Alatar y Pallando. Tan sólo después de la creación del mundo
y de que los Ainur entraran en él comenzó la cuenta del tiempo en Arda. Dado que durante la mayor parte de la historia de Arda
no hay sol ni luna para medir el paso del tiempo, Tolkien nos da la medida cronológica del año valariano y de las edades
valarianas. Cada año valariano, nos cuenta Tolkien, equivale a diez años tal y como los conocemos nosotros. Y dado que cada
edad valariana contiene cien años valarianos, equivale a mil años humanos. Aunque hay numerosos sistemas superpuestos y
variaciones en acontecimientos y fechas en los distintos escritos de Tolkien, existe la suficiente coherencia para estimar con cierta
precisión que el tiempo transcurrido desde la Creación de Arda hasta el final de la Tercera Edad del Sol (poco después de la
Guerra del Anillo) fue de treinta y siete edades valarianas, o, para ser más exactos, de 37.063 años humanos. Dentro de este vasto
esquema temporal, los poderes recién llegados pasaron las primeras edades valarianas dando forma a Arda. Sin embargo, así como
hubo discordia en la Música de los Ainur, también, cuando comenzó la verdadera formación de Arda, una hueste de espíritus
Maiar, guiados por el poderoso Vala satánico llamado Melkor, el Enemigo Oscuro, originaron un gran conflicto. Fue ésta la
Primera Guerra que llevó a que la simetría natural y la armonía de Arda se trocaran en confusión. Aunque Melkor acabó siendo
rechazado, las tierras y mares de Arda conservaron cicatrices y desgarros y la posibilidad de Arda como mundo ideal, tal y como
la había mostrado la Visión, se perdió para siempre.

lunes, 26 de enero de 2009

Libros de Tolkien

De todos los libros que he leido de Tolkien, definitivamente me quedo con El Silmarillion.
Este libro, básicamente habla de la creacion de Arda, las primeras edades y las primeras guerras.
Además, al final del libro, cuenta con un capítulo "apéndice" que relata a grandes razgos la creacion del anillo hasta los comienzos de la tercera edad.
Para un fanático este libro sería la piedra angular de toda la historia de Ëa.

Link de descarga El Silmarillion:




El Hobbit, es otro título que ofrece JRR Tolkien para seguir con los Relatos de Arda.
Aunque, es un libro que tuvo que editar (para que concordara con las atribuciones que se le dieron al Anillo Único antes de su publicacion) no pierde la esencia que el lector busca al leer un libro de este género.
Son los relatos de Bilbo Bolsón (Tio de Frodo Bolsón, el portador del Anillo), que en compañia de Gandalf el Gris y doce enanos van a realizar una aventura, más que interesante.
Atrapante, pera ya casi por la mitad del libro (xD).

Link de descarga El Hobbit:




El Señor de los Anillos.
Si no leiste ningun libro, y solo viste la peli (y te gusto), leer el libro te va a encantar!
Ya que cuenta con más detalles TODO.
La misma opinion daria para Las Dos Torres; y El Retorno Del Rey.

Link de descarga (ESDLA LCDA):






Apéndice "El Señor de los Anillos".

No es un libro de Tolkien, pero definitivamente es una exelente informacion que habla sobre Númenor, pueblos de la tercera edad, arboles genealogicos, escritura y pronunciacion (no solo de Quenya)
Para adentrarse más y dominar perfectamente el Mundo Tolkiano.

Link de descarga Apéndice "ESDLA":


Enciclopedia Tolkiana.

Es otro libro más que interesante donde se aclaran los momentos, edades, y toda explicacion que quisiste mientras leias los libros, y no la tuviste.
Habla sobre las bestias, los pueblos y todo lo que camine (y no ) sobre Arda..

Link de descarga Enciclopedia Tolkiana:


Espero que esta recopilacion les sirva de algo...!

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